Málaga, 6/08/2018. Teatro Cervantes
Cuando sacamos las entradas para ver el espectáculo de «Grito Pelao» lo hicimos por nuestra admiración hacia Silvia Pérez Cruz, y todo lo que hace. El espectáculo en sí nos descubrió a la malagueña Rocio Molina, de quién solo teníamos algunas referencias de sus anteriores montajes, y su enorme carisma y solvencia.
Grito Pelao «es el alumbramiento fruto de la entrega y la valentía del que desaprende, del que se deconstruye. Se hallará ante una escena abierta en canal, hilada a baba de fémina, a grito fundido, a bastonazo ciego. Molina y Pérez Cruz, atadas a una complicidad que parece atávica, instintiva, han decidido desprenderse de sus seguridades y adentrarse en un espacio desconocido y que las atrae irremediablemente. Estas dos grandes de la técnica con alma han decidido desaprenderse mirándose una en otra, dando un paso de creyente en el vacío, ambas buscando el rito de la oruga encapsulada, aquel que permite el renacimiento.»
Un espectáculo sorprendente, difícil de calificar, único, por su concepción y temática (ya que podrá ser representado mientras dure el embarazo de Rocio en el que se muestra sus miedos y sus anhelos con este embarazo) , en el que es padre y madre a la vez al afrontarlo en soledad, pero con la compañía de su madre (Lola Cruz, novata en estas lides, y con una presencia fundamental en el escenario) y su amiga Silvia, madre también.
Dado que lo mio no es la crítica de este tipo de eventos, os dejo la realizada por Regina Sotorrio para el Diario Sur, de la que comparto plenamente su visión.
